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Tan lejos pero tan cerca...

Arrancamos un septiembre distinto a cualquier otro vivido anteriormente. La incertidumbre, el miedo, el deseo del reencuentro y la ilusión se mezclaban, las ganas de que todo fuera como siempre sabiendo que no lo sería, teniendo que tomar decisiones en el último momento, por falta de información previa... 

Dejamos en marzo un cole y volvimos en septiembre a otro diferente, con la sensación de que, 10 años después, empezábamos de cero otra vez: reuniones a toda prisa, comunicados, protocolos que llegan tarde y cambian cada día. Limpiar las aulas y eliminar materiales, reorganizar espacios, marcar entradas y salidas, horarios, grupos burbujas, separar amigos y amigas, comprar termómetros… muchas personas trabajando con una gran ilusión, pero con muchas preguntas y una responsabilidad que pesaba mucho.

Pero llegó el día, las puertas se abrieron a la hora prevista, cada persona en su puesto, todo preparado para este reinicio y, sobre todo, para acoger de nuevo a nuestras chicas y chicos, a los que tantos besos habíamos guardado.

Las familias al otro lado del muro, con sonrisas expectantes en sus miradas y nuestros locos bajitos con los ojos brillantes y llenos de energía. En pocos minutos se diluyeron todas las incertidumbres, los miedos estaban ahí, pero ellos y ellas nos miraban y nos sonreían y nosotras los veíamos TAN, TAN FELICES…. En ese momento el profesorado supimos que TODO IBA A IR BIEN, que la tarea era complicada, pero que habíamos vuelto a lo que realmente es nuestro principal motivo para ser profesionales de la educación: estar en el AULA con ellas y ellos.

Pasaron los días, las semanas. Cada viernes pensábamos ¡una semana más qué seguimos aquí! Algunas aulas, las menos, habían estado en casa unos días, pero la mayoría estábamos donde queríamos estar, en el COLE, sanos y felices. Con limitaciones sí, con cosas que nos gustaría que fueran distintas, también, pero unidas en este momento tan difícil.

Un lunes, al levantar las persianas del aula se veían colgadas en la valla unas pancartas dándonos las gracias, las puertas se abrieron a las nueve en punto y recibimos un aplauso que nos llega y nos llena. ¡¡¡Gracias por esta energía!!! Directa al corazón.

 

 

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